Raíces. Identidad. Orgullo. Río. Corriente continua y natural de agua que, por un curso fijo, va a parar al mar, a un lago o a otra corriente de agua. Cierto. Pero Río también es, posiblemente, la grada más emblemática de Balaídos.
La Grada de Río es una de las zonas más reconocidas del estadio empezando por su nombre. No es casual. Esta grada toma su denominación del río Lagares, un pequeño cauce fluvial que discurre por la ciudad de Vigo y pasa muy cerca del estadio. Desde su construcción, este elemento natural ha marcado la identidad de esa parte del recinto, otorgándole un nombre que perdura hasta hoy y que también dota de identidad a este espacio sociocultural, Río 1923, que se potencia desde el club.
Ubicada en uno de los laterales del estadio, la Grada de Río ha sido testigo de la evolución del Celta y de Balaídos desde la inauguración del campo en 1928. Durante décadas, fue una de las gradas más expuestas a las condiciones climáticas, lo que acentuaba su carácter duro y pasional, reflejo de la afición que la llenaba jornada tras jornada. Río es mucho más que una grada para Balaídos y el Lagares es mucho más que una corriente de agua viguesa para el Celta. Hubo que hacer un foso rodeando el terreno de juego para gestionar las inundaciones provocadas por el aumento del caudal del icónico río vigués. Ese foso en Balaídos marcaría un antes y un después en la historia del recinto.
Como anécdota, en los años 70 se presenciaron imágenes tan llamativas como las propiciadas por las aguas que rebosaban sobre el foso del estadio obligando a los jugadores a saltar al césped por pasarelas muy improvisadas.
Y es que la identidad de Balaídos, más allá de la Grada de Río, pasa también por ese foso, por los recuerdos de los pequeños recogepelotas recogiendo balones con sus largos ganapanes y las historias de los utilleros que se sumergían ahí en busca de balones perdidos, balones que se quedaban en el ostracismo como si fuesen pasto de un ser mitológico que habitaba en las entrañas de Balaídos. El monstruo del foso existió para muchos niños celtistas, niños que hoy son ya veteranos del lugar recordando con cariño el extinto foso del estadio de su equipo.
A pesar de los cambios estructurales, la Grada de Río, ya sin foso a sus pies, ha mantenido su esencia. Su nombre, ligado al paisaje natural que la rodea, es un símbolo de la unión entre el club, su entorno y su afición. Río. Raíces. Identidad. Orgullo.