La historia de Celestino, la antigua mascota del Celta, comenzó a finales de los años 90, cuando el club decidió crear un personaje para representar el espíritu del celtismo y potenciar el ambiente en Balaídos. Verano de 1996, Mazinho se preparaba para presentarse ante la afición como nuevo fichaje del Celta, y en ese escenario de rebosante expectación apareció Celestino acompañando al crack brasileño. Fue la primera vez de Celestino en el estadio municipal vigués, coincidiendo con una época de gran ilusión deportiva para la afición celeste, que veía al equipo crecer hasta asentarse durante varias temporadas en competiciones europeas.
Celestino era una figura caricaturesca, con cabeza grande, expresión sonriente y ataviado con la camiseta del Celta. Rápidamente se convirtió en un personaje simbólico para el club. No solo animaba en los prolegómenos de los partidos, sino que también participaba en actos promocionales, visitas a colegios y campañas de concienciación social, siempre con el objetivo de acercar el club a la comunidad.
Durante varios años, su presencia fue habitual en los días de partido, donde recorría las gradas saludando a los aficionados, posando para fotos y formando parte del espectáculo previo. Sin embargo, con el paso del tiempo, la relación de Celestino con el celtismo siempre fue de amor-odio.
Celestino fue la segunda mascota del Celta tras Nocho, la gaviota que rendía tributo al mítico futbolista y dirigente celeste Joaquín Santomé «Quinocho». Inexpresivo o poco agraciado fueron tan solo algunos de los terribles calificativos que Celestino sufrió desde su entrada en escena. Ante el repudio de los aficionados más veteranos, la mascota buscó amparo entre el sector juvenil e infantil, pero no fue precisamente amor lo que encontró entre los más pequeños: «Los niños me tiran de todo», declaró a La Voz de Galicia en 1998, hastiado por su fama de asustar a los más pequeños.
El club intentó respaldar a su mascota y en el año 2002 organizó una encuesta en la antigua página web de la entidad con el fin de revelar la auténtica opinión de la afición de una vez por todas. El resultado del sondeo no pudo ser más escalofriante: el 65% de los votantes mostró su aversión hacia el narigudo personaje. Fue el ocaso de Celestino. La tensión con la polémica mascota llegó a su máximo nivel poco tiempo después, en el 2005, algunos señalaron a Celestino como culpable del descenso del equipo a Segunda División alegando simplemente que su presencia fue el gran gafe de la temporada.
Hoy, aunque relegado al recuerdo, Celestino sigue siendo una figura entrañable para muchos celtistas que vivieron aquella etapa del club, por eso, su presencia perdura en Balaídos en el espacio de Río 1923 de la tienda oficial del club. Tras la huella de Celestino, el celtismo encuentra una página imborrable en la historia de la entidad viguesa.